Chapter #1 Memorias de mis tiempos.
Y en ese pequeño trozo de papel en el que entregué el 10 % de mi valor en 54 palabras y confesé un 40% de mi verdad mientras apostaba a algo que perecería o crecería dependiendo de la acción, y esas 54 palabras y en esa separación de caminos y en esa muestra de nada y me demostró que no le gusté, no le gusto y quizás no gustaré y ¿Qué esperaba yo?, es un paradigma, un misterio jamás resuelto, pensé.
Y en ese cubículo que me llevaría a casa con música, lloré y canté, sequé las lagrimas de la torpeza con una satírica sonrisa o más bien una merecida sonrisa a causa de mi estupidez e insensatez y ahí entiendes el "porque" del silencio.
Y entre tanto y entre nada, el bullicio de la calle y el silencio de la mente, aquel insensato bus que iría tan despacio a tramos y tan rápido cuando yo me decidía a pensar lo sucedido y el desinterés provocó un dolor tan ávido y fuerte que causó el correr de una lagrima tenue en el rostro de mi persona o mi ser, yo, una simple pasajera más de aquel bus.
Y una brisa más ¿Qué más da, ya? y que ahora me guíen tus ojitos para ser y que me odie por el peso de las palabras que escribo hoy, sentada en aquella esquina del 4to piso.
Y en ese pequeño trozo de papel en el que entregué el 10 % de mi valor en 54 palabras y confesé un 40% de mi verdad mientras apostaba a algo que perecería o crecería dependiendo de la acción, y esas 54 palabras y en esa separación de caminos y en esa muestra de nada y me demostró que no le gusté, no le gusto y quizás no gustaré y ¿Qué esperaba yo?, es un paradigma, un misterio jamás resuelto, pensé.
Y en ese cubículo que me llevaría a casa con música, lloré y canté, sequé las lagrimas de la torpeza con una satírica sonrisa o más bien una merecida sonrisa a causa de mi estupidez e insensatez y ahí entiendes el "porque" del silencio.
Y entre tanto y entre nada, el bullicio de la calle y el silencio de la mente, aquel insensato bus que iría tan despacio a tramos y tan rápido cuando yo me decidía a pensar lo sucedido y el desinterés provocó un dolor tan ávido y fuerte que causó el correr de una lagrima tenue en el rostro de mi persona o mi ser, yo, una simple pasajera más de aquel bus.
Y una brisa más ¿Qué más da, ya? y que ahora me guíen tus ojitos para ser y que me odie por el peso de las palabras que escribo hoy, sentada en aquella esquina del 4to piso.